jueves, 28 de abril de 2011

Noche de Champions: La venganza nunca fue tan dolorosa


Los cruces de declaraciones, las conclusiones de los clásicos previos, los agentes externos...todos quedaban en un segundo plano cuando echaba a rodar el actor principal, el balón. Los 90 minutos de las 20:45 del miércoles en los que Guardiola retaba a Jose Mourinho. En el Santiago Bernabeu, el Barcelona ha vuelto a demostrar su superioridad sobre el Real Madrid, y de paso a recuperar el crédito que le habían menguado desde la final de copa. Que ese torneo cayera en manos del Madrid fue un palo duro para los azulgranas, conscientes de que su imbatibilidad no iba a ser vitalicia. Quizá ese fue el punto de inflexión para que el Barca retomara su rumbo triunfal al bajar a la tierra y mentalizarse de que la recuperación era la premisa.
En el otro barrio, el entusiasmo volvía a reinar entre una afición hambrienta de títulos y volver a saborear las mieles del triunfo les impulsaba a creer en un patrón de juego y conducta pregonado por el comandante de la nave, además de una acelerada tendencia a pensar que la situación había volcado de la noche a la mañana.

La liga viste de azulgrana, la copa cayó en Madrid. El desenlace particular del pulso era la conquista de la más codiciada, la Champions League. Con permiso del Manchester United, solo uno de los dos podrá adjudicársela, mientras que el otro se verá salpicado por el dolor y la rabia, aparte de las risotadas del bando contrario. Unas horas después del partido, uno puede publicar casi con total certeza que el Barcelona estará en Wembley el próximo 28 de Mayo.

"Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad" Ese era el mensaje que Mourinho rememoraba de Albert Einstein en la previa del partido para espolear a su cuadrilla. Lo que no supo es que el mismo se volvería en su contra. El Barca fue el único equipo que tuvo la voluntad, ya no de jugar al fútbol, sino de ir a ganar al Bernabeu. Si el Madrid no salió al campo a mantener el 0-0, que baje Dios y lo vea. No es que sea algo censurable, pero sí que es deshonroso para un club tan grande como es el Real Madrid. Porque los que clamaban el despido de otros técnicos por no ver buen fútbol , ahora están completamente entregados a la causa del portugués. Pero lo mejor es ir con el partido, que es en lo que consiste el fútbol.

Ninguno de los estrategas alteró su disposición, salvo por el dúo de bajas de uno y otro. Puyol y Keita tenían la difícil misión de suplir a Adriano e Iniesta. El equipo no cojeó nunca por ellos. La entrada del malí, además, habilitó a Messi a actuar aun más cerca de la media. En el Madrid, tras las conjeturas protocolarias, Mourinho optó por hacer prevalecer su plan, así que tapizó la falta de Carvalho y Khedira con sus recambios naturales: Albiol y Lass. El cóctel fue una secuela barata de los Clásicos anteriores. El recuerdo que dejó la primera mitad no fue nada halagüeño. Se incurrió en un atentado al fútbol detestable para el que asistía a un duelo entre los dos mejores equipos del mundo. Todo eran especulaciones, miedo a perder (tal vez por la tensión) y el encapsulamiento de los jugadores a la consigna de sus entrenadores. La consigna era clara: Si el otro marca un gol, perdemos el partido; y si perdemos el partido, perdemos la eliminatoria. La diferencia entre los dos es que uno se defendió con el balón y el otró sin él. Aunque otra diferencia marca que el caudal ofensivo del Barca fue mayor, sobre todo desde la amplitud de Pedro y Villa. Por el otro lado, las escasas llegadas de los blancos eran por medio de los tiros al plato del pistolero. Wolfgang Stark tampoco facilitaba las cosas, interrumpiendo el juego constantemente.

El pacto de no agresión se fracturó cuando se prendía la mecha en el camino hacia los vestuarios, con el lamentable altercado del que solo Pinto salió malparado. El picante ya se había añadido al plato para el 2º asalto. El partido sufrió su reconversión para bien, pues el ritmo se acrecentó y las ganas de ganar, también. Los culés se asentaron más sobre campo contrario, mientras que la baza de Adebayor le daba más mordiente al invisible ataque de los merengues. El detonante corrió a cargo de Pepe. Asfixió e incomodó hasta que dejó al Madrid con diez por un plantillazo sobre Alves. La roja es discutible, puede que rigurosa, pero entiendo que es justa porque puede hacer daño. A partir de ahí todo se desató. Mourinho fue el primero en pagarlo en sus protestas contra Stark, que acabaron con el portugués expulsado. En medio del río revuelto, el Barça pescó primero aprovechando el recién entrado Afellay (clave en el partido) un miniresbalón de Marcelo para colarse hasta la cocina y asistir a Messi para que batiera a Casilllas. Era el momento del astro argentino, que escribía su nombre con letras de oro en el partido, y de paso, disipaba las dudas sobre su concurso en el poker de clásicos Clásicos. Con el Madrid noqueado, Leo se sacó de la chistera una fantástica arrancada dejando atrás a 3 defensores para firmar la sentencia. El cuadro de Pep escondió el cuero hasta el final con el consecuente chispazo de Adebayor. Punto final. Al igual que en la final de Copa, un detalle (el resbalón de Marcelo) inclinaba la eliminatoria, esta vez del lado azulgrana.

Bueno, punto y final del todo no, porque en sala de prensa Mourinho ofreció el espectáculo que su equipo no había brindado sobre el césped. Los petardazos que pegó no tienen desperdicio alguno. Su punto de vista puede parecer descabellado, pero al fin y al cabo, es respetable. Para mí procede principalmente de lo quemado que podía sentirse.
Total, que el Barcelona tomó el coliseo blanco en una noche de cólera en la que los culés devolvieron la estocada de la Copa donde más le duele a su máximo rival, en el sueño de la Décima.

miércoles, 27 de abril de 2011

Noche de Champions: Los diablos rojos acaban con el cuento de hadas





De ficción a realidad. Del cuento de hadas a la dura verdad. Así podemos definir metafóricamente lo que sucedió ayer en Gelserkirchen, de donde el Manchester United salió avistando la final de la Champions tras machacar al Schalke con una sobriedad pasmosa, evidenciando un mundo de distancia entre el nivel de los dos conjuntos. Al final fue un 0-2, pero el marcador pudo ser aun más abultado para el United, que dilapidó ocasiones para golear, sobre todo en las botas de un Chicharito irreconocible de cara a puerta. Conforme transcurrieron los minutos, el Schalke se despedazaba en las garras de un Manchester United que llevó el partido a su terreno y que fue un rodillo imposible de contener para la caótica defensa de los mineros.

Sin embargo, cuando Velasco Carballo daba por concluida la primera parte, la sensación era otra. Había sido una primera parte delirante. Era inexplicable que los ingleses no estuvieran por delante. Un milagro. En parte por la figura de Manuel Neuer, el gran protagonista del choque, que ayer detuvo todo lo que pudo y más. Pero yo lo asemejaba al cuento de hadas que ha guiado a los germanos hasta su primera semifinal en Champions. Parecía que un ángel de la guarda sobrevolaba el Veltins Arena, protegiendo a los de Rangnick ante toda embestida de los mancunianos, porque rara vez el Manchester United da un festival de fútbol ofensivo sin acertar a dar en la diana ni una vez. Y ante esa falta de pegada, el milagro del Schalke se antojaba posible.

Esa desconcertante primera parte no pudo arrancar con más descontrol. Los primeros compases fueron un auténtico intercambio de golpes donde se proyectaban la verticalidad y el ritmo. A esa carta jugó Rangnick con una apuesta muy atrevida. Modeló su equipo ante la ausencia de Howedes (su mejor central), insertando a otro hombre de ataque y los suyos lo asimilaron. Baumjohann, Jurado y Farfan se juntaron mucho por dentro para crear problemas, los laterales subían permanentemente. A Ferguson no le convenció tanto revuelo sobre el césped, así que lo suavizó adueñándose del balón tratando de destruir al Schalke a fuego lento. Su estrategia funcionó y arrinconó poco a poco a su oponente gracias al fenomenal trabajo en la medular de los red devils. Aun así, algo fallaba. El gol se resistía a pesar del despiporre que Chicharito y compañía estaban llevando a la zaga germana. El vendaval ofensivo del United se estrellaba una y otra vez contra Neuer (sondeado por Ferguson). Nunca el United se había esmerado tanto para obtener tan bajo rédito.

La tónica se prolongaba en la reanudación, solo que esta vez la suerte fue distinta. El Schalke se recompuso defensivamente para no repetir errores, pero para entonces Rooney ya había espabilado. A la hora de partido, el niño malo conectó con Giggs para que el galés culminara su obra maestra. Corrijo lo de que Neuer fue el gran protagonista, porque lo de Ryan fue un escándalo. Brilló en todas las facetas del juego para liderar a su equipo al triunfo. Sus 37 años respiran gloria una vez más. El segundo llegaba inmediatamente después cuando Chicharito se inventaba una jugada para que Rooney sellara la eliminatoria. Y sellaba la eliminatoria porque la reacción de los germanos era nula, totalmente sedados por el dominio inglés. Sabiéndose muy superior Ferguson, recompensó a los suyos metiendo otras caras para mover la pelota.

No he comentado nada sobre Raúl, ni Jurado, ni Farfan porque solo existieron los primeros quince minutos, el resto del tiempo fueron almas en pena por el campo aperreados por la infinita seguridad de la pareja Ferdinand-Vidic (puede que la mejor del mundo). Y es que los diablos rojos no han encajado ni un solo gol fuera de su estadio en esta Champions (3 en total). Aunque lo que más habla de la grandeza de este equipo es el hecho de que va a disputar su 3º final de Champions en los últimos cuatro años. Y lo van hacer estropeando este precioso cuento de hadas.

lunes, 25 de abril de 2011

La renuncia a ganar del Arsenal



Acostumbrado a ser una atracción para el gran público por su fútbol de ataque combinativo y su cultivo de jóvenes talentos, el Arsenal no debe olvidar que es un equipo de primer nivel, y como tal, rellenar las vitrinas del lugar resulta una necesidad. Pues bien, este año cumplirá su sexto año en blanco, algo inaceptable para un club tan prestigioso como el Arsenal en las islas. Desde luego que ha tenido sus opciones este año en todos los frentes, pero sus corrientes descuidos han supuesto un coste irreparable. Los analistas pueden aducir al respecto que el equipo ha vuelto a sufrir lesiones de varios cracks del vestuario, que la suerte les ha sido esquiva nuevamente y mil cosas más. Y tienen razón. Pero también es sensato decir que el Arsenal no ha sabido estar a la altura de lo que había en juego, y su madurez se ha aplatanado.

Su tumba empezó a cavarse el 27 de febrero cuando se veía las caras con el Birmingham en la final de la Carling Cup. Obviamente los londinenses eran favoritos y acabar con la maldición de los títulos estaba al alcance de la mano. En aquel momento el equipo se sentía fuerte, después de vencer en ida de Champions al Barça y con una racha importante de partidos sin perder en la liga inglesa. Todo ello se fue al garete en el momento en el que Oba Martins ahogaba la esperanza de los gunners en aquella fatídica jugada. El golpe producido por aquella derrota sería incontestable, cayendo seguidamente ante el Barça, dejándose puntos incomprensibles en Premier y, para colmo, quedando fuera de la FA Cup en Old Trafford. Lo de la Premier merece un caso aparte. El bajón psicológico ha sido muy acusado y el cuadro de Wenger ha reducido la marcha cuando el guión exigía lo contrario. El torneo doméstico siempre ha permanecido muy abierto y nadie ha sido dominador claro (el Chelsea está 2º!!!), pero el Arsenal ha desperdiciado puntos valíosísimos que ahora mismo les servirían para auparse arriba. La culpa es solo de ellos, porque los puntos que han dejado escapar son para pedirle disculpas y más disculpas a los fans. Esos puntos despilfarrados los extraigo entre remontadas inexplicables (14 puntos) y otros chascos en partidos de casa (12 puntos). Y entre esas ``hazañas´´ figuran el sonrojante 0-4 desaprovechado de Newcastle, el empate del Liverpool en el minuto 102 o las dos remontadas del Tottenham. Solo el Arsenal es capaz de tales marimorenas.

Es cierto que el equipo nos ha deleitado con momentos de dulzura futbolística, además de que se puede deducir que crece con nuevos descubrimientos que auguran alegrías (Szczesny o Wilshere), pero el plantel debe exigirse conquistar títulos paralelamente a esa formación deportiva que desarrolla, como bien indica Fabregas en su reciente entrevista con Don Balón. ``Habrá un momento en que tendrás que dar el paso... O ganas o no ganas´´ ``Se tiene que tomar una decisión: O ir a ganar o a formar jugadores´´ Arsène Wenger no acompaña en la resurrección de los suyos, pues cada semana se siente víctima de algún complot contra su equipo (árbitros, revistas, otros managers, fair play...). Personalmente, sus quejidos son una chorrada que solo sirven como tapadera para no enfrentarse cara a cara con la realidad. Y en esa realidad, la labor del alsaciano queda algo cuestionada porque no está siendo capaz de mentalizar a su plantilla ni de inculcarles la fortaleza mental necesaria. Se puede comprobar en la despreocupación que los gunners han mostrado en la recta final de la temporada, diluyendo su tensión competitiva cuando el pulso por la Premier todavía no estaba cerrado. Sin ir más lejos, en la última semana han tirado por la borda tres victorias que al final se han quedado en nada. Ayer, en el Reebok Stadium, el Arsenal ofreció las mismas sensaciones: cuajó la relajación contando con todos sus efectivos y al final perdió un partido (con dos goles calcados) que podía haberse llevado cómodamente. Cualquiera diría que no quieren ganar...

jueves, 14 de abril de 2011

Noche de Champions: El sueño del veterano, la transformación del inexperto, la gesta del Schalke



Las semifinales ya están servidas. Real Madrid-Barcelona y Schalke 04-Manchester United. Solo el más osado dudaba de que estos serían los cuatro supervivientes, visto lo visto en la ida. Noche impropia de las alturas a las que estamos, puesto que toda la emoción y los goles relucieron el pasado martes. El Madrid traza ya el dibujo para futuros compromisos venciendo también en White Hart Line con una defensa férrea, unido a la pifia -otra más- de Gomes, contra un Tottenham que limpió el honor en cuanto a su nombre, pero sin una despedida en condiciones de su histórica participación. Por su parte, el Schalke también le ganó el segundo pulso al Inter en el otro trámite de la jornada gracias a la exhibición de un Raúl pletórico que expande su leyenda con un gol y una asistencia. El vigente campeón cayó sin oposición, luchando solo con el peso del escudo, un escudo que su rival miró sin recelo para acabar desprestigiándolo en un marcador de ensueño para los germanos.
Las papeletas de los de Gelserkirchen para llegar donde han llegado eran minúsculas. Ya desde la fase de grupos, su clasificación parecía difícil, pero rebelándose contra la norma lógica del fútbol, consiguieron desbancar a Benfica, Valencia, y ahora el Inter de Milán. Las claves de su éxito parecen ser cosa de fenómenos paranormales, pero se localizan en la estampa de una leyenda que afronta sus últimos pasos en la élite con la ilusión de un niño y de un técnico desconocido en estas batallas que ha revolucionado el orden de un equipo en solo 10 días.

Encomiábamos la maestría de ciertos protagonistas del Manchester en esta Champions. La de Giggs, la de Van der Sar o la de Scholes anteriormente. El galés ha reinventado su fútbol conforme lo ha hecho su fisionomía. Ha pasado de ser ese extremo veloz y goleador, a cuajar como un asistente distinguido colaborando en la media. Pinocho, en cambio, es como el buen vino, mejora con los años transmitiendo una seguridad sofisticada. Lamentablemente, a final de temporada dirá adios. A esta lista de viejas glorias se adhiere Raúl González, que en busca de un retiro apacible en el Schalke, se ha colado en semifinales de la máxima competición continental anotando 5 goles para su equipo y liderándolo con el espiritu que le caracteriza. Estos tres veteranos están convirtiendo esta edición en la Champions del Veterano.
Hay dos escenas con las que me quedé tras el duelo de ayer en el Veltins Arena.
La primera fue en zona mixta cuando un reportero alemán hablaba con nuestro caballero andante que lucía una sonrisilla picarona consciente de que lo había vuelto a conseguir. "Ha sido un momento muy emotivo porque el Schalke nunca había llegado a una semifinal de la Liga de Campeones. Pero, ahora, sabemos que podemos llegar más adelante y podemos soñar con la final" "Sabemos que será difícil porque el Manchester es un gran equipo pero en fútbol todo es posible". La sensación que dejaba después de derrocar al Valencia era de que el Schalke estaría dos partidos más en la Champions. Ahora su discurso revierte en esperanza y en una licencia para soñar.
La segunda fue nada más acabar el encuentro cuando vivía el triunfo con la pasión de un crío, saludando con honor a sus compañeros y dirigiéndose a su afición, que le aclamó como un verdadero héroe de los mineros. Y subió a la grada recibiendo el calor de su afición mientras sus compañeros se postraban ante el mosaico azul. Una imagen épica.
Su participación bien merecía ese tributo. Tras avisar a la zaga en varias ocasiones, el siete culminó una obra de su aliado Jurado, para hacerle un cañizares a Julio César. 1-0, el objetivo estaba a punto de caramelo. No quedó ahí. En la segunda parte una maravilla de pase picado por encima de la pasiva defensa interista, sirvió para que Howedes finalizara la jugada como un disparo potente.

Pero el culpable de esta gesta no es solo Raúl. Si le dicen a Ralf Rangnick hace dos semanas que congería a este Schalke apesumbrado y lo metería en semis de Champions y con opciones en la Bundesliga de llegar a Europa, probablemente soltaría una carcajada. Pero es que no tiene otro sentido. La directiva planeaba que Magath se marchase a final de temporada, pero su repentino cese por motivos administrativos, propiciaron que Rangnick fuese el elegido para coger el timón del club. El técnico de Backnang nunca había competido tan alto. Entre su cuidado historial está el haber ascendido a Hannover (2002) y su sobresaliente labor en el Hoffenheim, además de su año en los mineros alcanzando el subcampeonato de liga y copa. El gusto por el fútbol ofensivo y combinativo siempre ha sido su seña de identidad. Y es lo que está practicando en Gelserkirchen. Ya en su estreno se apreció en el 0-2 en St. Pauli. Y tras el bombazo del 2-5 en el Meazza, los mineros cosecharon una nueva victoria en liga sobre el Wolfsburgo (1-0), y ahora redondean el cruce ante el Inter. Las modificaciones en el vestuario de Rangnick se han centrado en dar confianza a sus jugadores de mayor calidad. Así es como, se ha reinsertado el talento de Baumjohann y se le han encomendado los galones en la construcción a Jose Manuel Jurado. Evidentemente, ha habido un refuerzo anímico en la plantilla que el autoritarismo de Magath había demolido.

Así es como funciona el nuevo Schalke 04, un bloque que se ha presentado a las puertas de la gran final europea ante el estupor general. Su próximo contendiente es el Manchester United, al que querrán apear para seguir haciendo historia. Si lo hacen, Raúl González y Ralf Rangnick saldrán a hombros del Veltins Arena.

miércoles, 13 de abril de 2011

Noche de Champions: El arte de la perpetuación


 


   En Donestk, el Barça refrendaba su lugar en las semifinales con la misma seriedad que Guardiola exigía. Valdés resplandecía una noche más, Mascherano seguía reclamando su hueco en el once y Messi aumentaba su nómina goleadora, y todo ante un Shakhtar al que no le sonrió la diosa fortuna en ningun momento de la eliminatoria. Pero mi atención se focalizaba en la vieja calle de Sir Matt Busby, una auténtica leyenda en el Manchester United siendo el entrenador que más años ha perdurado en el cargo hasta que recientemente, otro ilustre, Sir Alex Ferguson, le arrebató ese marca de 24 años en el banquillo de Old Trafford. El escocés todavía no pone fecha a su salida del club ya que su hambre de títulos no cesa después de haber guiado a los red devils a embolsarse una buena lista de títulos implantando un gen ganador en el vestuario que se ha perpetuado generación tras generación. Esa es la principal cualidad que ostenta el United, un conjunto que metamorfosea en su estilo de juego, adaptándose a todo tipo de circunstancias, sabiendo apretar el acelerador cuando se requiere y manejando los tiempos del partido a su antojo. Esas pautas se derivan del afán de competitividad máxima y de una mentalidad ganadora admirable. Muchos analistas afirman que su nivel decrece desde que Cristiano y Tévez se marcharon, pero un zorro viejo como Ferguson con una autonomía inquebrantable en el United logra inculcar ese carácter ganador que mantiene a su equipo en el primer escalón europeo tenga la plantilla que tenga.

La ley de Ferguson volvió a imponerse una vez más en el choque ante el Chelsea, poniendo la puntilla ayer a la buena renta cosechada en la ida en un partido apasionante que se resolvió con un 2-1 a favor de los diablos rojos en un Old Trafford engalanado como en sus mejores citas. Un guión similar al de la ida, en un primer acto cerrado, se presumía que el duelo no se decidiría hasta el final. Y así fue, pese a que el Manchester administrara la ventaja con la maña del buen empresario. Los londinenses salieron a intentar mandar, con un sistema poco original, aunque resguardandose de que el United clavara la estacada final. Con Torres deslucido, Anelka desgarbado y Lampard muy lejos de su mejor forma; los Blues solo sorprendían desde la electricidad del costado izquierdo y los centros envenenados de Ivanovic. El peligro se generaba en el área contraria, a la que el Man Utd llegaba con un ataque más poderoso, comandado por Rooney y Giggs, entonados durante todo el partido. Lo del galés merece mención aparte, dando una lección de veteranía otro día más con el código de quien lleva 20 años sin aflojar la tuerca. Regaló las dos asistencias de manera dulce y resistió los 90 minutos sin apuro alguno. Su primer surtido era para el pequeño gran Chicharo, que culminaba una jugada parecida al gol de Rooney en el Bridge. Minutos antes, Chicharito ya predicaba con lo que sucedería, solo que el linier vio fuera de juego donde posiblemente no lo había.

Los últimos 45 minutos exigían una entrada revitalizante y ésta se tradujo en la inclusión de Didi Drogba por Torres (algo que causará debate) y el cuadro de Ancelotti lo agradeció. El elefante tiró del carro levantando el espiritu de los suyos nada más entrar, solo que se topó con otro tipo persistente como Van der Sar (su retiro será un duro coste para el United). Fergie ataba los cabos para no sudar demasiado, y por eso retrasó sus líneas buscando el gol definitivo al contragolpe. Se puso más de cara aun, cuando con una entrada torpe, acorde al partido lamentable que hizo, Ramires era expulsado a falta de 20 minutos. Los minutos daban la razón a Ferguson, pero sin quitársela del todo a Ancelotti. Es más, cuando más seguros estaban los red devils, Drogba establecía el nudo en la garganta de los aficionados, devastador como siempre en uno de los pocos despistes de la zaga local. La eliminatoria se ponía patas arriba, pero sin tiempo para situarse, el coreano Park sentenciaba la eliminatoria acto seguido en un lapso muy convulso. A partir de ahí, el público se dedicó a entonar efusivamente el mítico Que sera sera conscientes de que el pase a las semis estaba en el bolsillo. Una victoria trabajada, en parte sufrida, y muy meritoria que mantiene las opciones de triplete y acerca al Manchester a la final gloriosa. Cuarta semifinal de Champions de las últimas cinco ediciones.

Mientras el Manchester United daba una demostración más de fortaleza mental, el Chelsea se deshojaba en la que pudo ser la última oportunidad de su generación triunfal (Drogba, Lampard, Terry, Cole, Anelka). La imagen de este curso ha sido paupérrima, el mismo Ancelotti se extraña de que no le hayan echado todavía, y una vez más, queda retratado que Roman Abramovich no puede ``comprar´´ la orejona. La billetera del ruso no camufla el ruido alertando de un ineludible fin de ciclo que sobrevuela el barrio de Chelsea. La limpieza deportiva de este verano promete ser bestial ante la necesidad de renovar un plantel condenado a la deriva. El vestigio de cambio radical ya se adivinaba en la organización de los hombres de Ancelotti ayer: Un puzzle de grandes piezas que no confluyen, que para colmo fracturaba aun más con el gesto desconsiderado de Anelka tras su cambio. Es la otra cara de la moneda, la de un equipo que toca a su fin.

Puede que el Manchester United no fiche a punta pala, desembolsándose millones y millones; y que su equipo no sea una oda al fútbol espectáculo que tanto prima para el espectador en la vigencia actual. Y hasta puedo entender que muchos contemplen que sus posibilidades para percibir títulos sean limitadas. Pero, si nos fijamos, la Premier está al caer, el sábado se enfrentan a sus vecinos por un puesto en la final de la FA Cup y en Champions ya han aterrizado en el penúltimo peldaño. El honor y la grandeza que transmite son bienes incalculables que hacen de ellos un club campeón con todas las letras. Quien tuvo, retuvo.